GABRIELA MISTRAL Y ROMELIO URETA

Chile, 1906
Un solo amor encendió la vida atormentada y tempestuosa de la gran poetisa: Romelio Ureta.
Después de él no hubo otro, al menos conocido con certeza. Su recuerdo la persiguió durante toda la vida. Fue un amor cercenado trágicamente cuando recién comenzaba.
Gabriela lo conoció cuando tenía diecisiete años y se desempeñaba como maestra en la escuela de "La Caleta". Romelio era un muchacho encantador, muy correcto, tímido y bien parecido. Pertenecía a una rancia aristocracia colonial y criolla.
El romance fue interrumpido por una tragedia de origen económico. Por salvar a un amigo, Romelio tomó dinero de la empresa de ferrocarriles donde trabajaba, pensando reponerlo antes de que alguien se diera cuenta de la sustracción. El amigo no cumplió y Ureta, al verse perdido, se suicidó (1909). En uno de sus bolsillos se encontró una tarjeta postal con el nombre de Lucila Godoy, verdadero nombre de Gabriela Mistral.
De este episodio nacieron los "Sonetos de la Muerte".
"¡No le puedo gritar, no le puedo seguir!
 Su barca empuja un negro viento de tempestad.
 Retórnalo a mis brazos o le siegas en flor".

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